ellas
a Nilda y Shangó
se miran con verde reojo, de lejos,
desafiantes,
se olfatean los bigotes,
se amenazan con dientes y uñas,
juegan a cazarse sus oscuras e intensas existencias,
se intuyen los sueños,
se muerden las panzas,
siguen su juego de selva antigua,
se enredan,
se asean mutuamente,
dan vueltas por el aire,
y en cada salto sacan chispas,
y así toda la noche juegan a encender el universo,
hasta agotarse en un orgasmo de eterno ovillo de lana,
ahí,
sólo ahí,
las dos vuelven a ser eso que en otra vida fue,
una misma oscuridad enredadas al lado de la estufa.
desafiantes,
se olfatean los bigotes,
se amenazan con dientes y uñas,
juegan a cazarse sus oscuras e intensas existencias,
se intuyen los sueños,
se muerden las panzas,
siguen su juego de selva antigua,
se enredan,
se asean mutuamente,
dan vueltas por el aire,
y en cada salto sacan chispas,
y así toda la noche juegan a encender el universo,
hasta agotarse en un orgasmo de eterno ovillo de lana,
ahí,
sólo ahí,
las dos vuelven a ser eso que en otra vida fue,
una misma oscuridad enredadas al lado de la estufa.
Bello poema con hermoso final, un ritmo a lo Girondo que sirve de plataforma para tu particular inspiración. Un placer. Besos.
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